29/09/2015
Por Claudia Mun
El voto está a un clik (es un decir) de aquel que consiga meterse en nuestras casas a la hora del pozole. Cuestión de marketing, señores. No de democracia.
“Raza hoy es el día de la Paz, cuéntenme cómo le hacen para ser felices, para vivir en paz?, unidos todos y cada uno de los neoloneses trabajando juntos, recuperaremos la paz para poder abrir nuestro corazón y ser bien fregones y felices (sic)”. Este es un mensaje de Facebook del gobernador electo de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, alías “El Bronco”, que tiene cerca de un millón de seguidores.
Es común leer en su página, con ausencia de tildes y algún error de puntuación, frases mundanas y cercanas a la población. “Quíhubole, raza”, “Seamos fregones, raza”. Para algunos esto puede sonar vulgar, pero para los asesores de imagen del recién elegido funcionario estatal, esta cercanía y empatía para con el prójimo es la clave del éxito en su estrategia de comunicación política.
Usando una retórica sencilla, mundana, con expresiones presentes en el día a día de los ciudadanos, es posible que cualquier político aumente el número de adeptos, admiradores o seguidores en redes sociales. Es como el político de andar por casa, yo te doy mi voto pero tú me solucionas mis problemas como si fueras el plomero. “El Bronco” y su equipo lo saben.
De ahí el alías confiriéndole una personalidad fuerte al hombre que se supone está al cargo de su bienestar y detrás de los mensajes en las redes, «El Bronco». Debe de darle confianza a esos votantes ingresar cada mañana en su cuenta de Zuckerberg y ver cómo su político preferido le saluda con tanta asertividad, involucrando incluso a su familia y evocando a los sentimientos compartiendo fotos de niños y “animalitos”: “Raza realmente es un gustazo ver como ustedes están al pendiente y me desean lo mejor a mi a y mi familia, no duden que haremos algo respecto a los animalitos para que ellos también tengan un buen estilo de vida, a jalar que se ocupa, que tengan buen inicio de semana (sic)”.
Sí, la cercanía en política pretende jugar con los aspectos psicológicos del electorado. Como cuando se dice de algún funcionario que es muy “sencillo, muy próximo o muy accesible” y no esos líderes distantes, altivos y arrogantes que solo vemos en la televisión. La comunicación política bien planeada y mejor planteada aporta elegancia de rancho a la manipulación política (en el sentido más literal de la palabra).
En las últimas campañas electorales, el marketing político digital ha sido fundamental a la hora de imprimir resultados. Según los expertos ganará aquel que consiga generar el ambiente más cercano con la audiencia. El discurso más directo, sin demasiada retórica. “Buen día, raza. ¿Nos ponemos a trabajar?”. Además de la cercanía, hay que acompañar al mensaje de honestidad, (y no es paradoja): “Quiero el bienestar de toda la población”, “Ya estoy trabajando en ello”.
Cuestión de marketing, raza. No de democracia.