Javier Payeras habla sobre marcas que se creen por encima del bien y del mal.
Javier Payeras – Narrador, poeta y ensayista
Javier Payeras – Narrador, poeta y ensayista
Ha publicado: Slogan para una bala expansiva (Poemas, 2015), Fondo para Disco de John Zorn (Diarios 2013), Imágenes para un View-Master (antología de narrativa 2013), Déjate Caer (poesía, 2012), Limbo (novela 2011), La Resignación y la Asfixia (poesía 2011), Post-its de luz sucia (poesía 2009), Días Amarillos (Novela 2009), Lecturas Menores (Ensayo 2007), Afuera (Novela 2006, segunda edición 2013), Ruido de Fondo (Novela 2003, segunda edición 2007), Soledadbrother (2003, 2da edición 2011, 3era edición 2012, adaptación al teatro a cargo de Luis Carlos Pineda y Josué Sotomayor 2013), (...) y otros relatos breves (Relatos 2000, 2da edición 2012), Raktas (1era edición 2000, 2da edición 2013). Es antologador de Microfé: Poesía Guatemalteca Contemporánea (2012). Su trabajo ha sido incluido en diversas revistas y antologías en Latinoamérica, Europa y Estados Unidos. Actualmente escribe en el blog www.javierpayeras.blogspot.com y en la columna de opinión “El Intruso” en el diario Siglo 21 en Guatemala.
El esplendor de los actos pequeños
Recoger el envase plástico que alguien dejó tirado sobre un arriate. Detenerse para darle paso a la señora que, muerta de nervios, atravesó su carro a mitad de la calzada. Hacer un largo silencio mientras nuestro hijo nos cuenta acerca del niño de su clase que expulsaron por hacer bullying. Comprar el libro del joven poeta que recién acaba de sacar un libro y no pedir que nos lo regale. Buscar una película guatemalteca en cartelera para engrosar su taquilla.
Dejar de ver con envidia el jardín del vecino. Hacer un cumplido a la compañera o al compañero de nuestra vida. Preparar una taza de café y ser el que sirve, no el servido. Apagar nuestro celular mientras cenamos con la familia. Hacernos el propósito de llegar cinco minutos antes a cualquier cita. Ceder el asiento en el autobús sin que alguien nos presione para hacerlo. Ser cada día más ayuda y menos estorbo.
Ceder la cola a un anciano o a cualquier persona que no tenga condiciones físicas para soportar tal tormento. Permitir que otro pueda brillar sin pedirle que nos dé algún crédito. Tratar de mantener la cabeza despejada un par de horas cada día. Empaparnos con la lluvia prestando nuestro paraguas a quien nos acompañe.
Dejar la militancia de amarguras que ronda cada conversación. Ser considerado con quienes hacen el esfuerzo por cambiar las cosas y ser drásticos con los corruptos e ineptos. Tratar de formar nuestra opinión y no simplemente reforzarla con la demagogia de la mayoría. Encender el cerebro antes de agraviar o de aplaudir.
Darnos valor con ejemplos y con acciones propias. Razonar con base en la justicia y no en la venganza. Ir por el camino correcto aunque sea el más difícil y solitario...
Porque la estupidez, la mediocridad, la corrupción, la impunidad, el egoísmo, la desfachatez, el populismo, la superficialidad, la prepotencia, el crimen y el nepotismo no descansan en Guatemala. Porque es el esplendor de los actos sencillos lo que puede hacer girar los engranajes de un verdadero cambio. Porque no se puede cambiar un sistema obsoleto a través de nuestro conformismo e indiferencia.