«Banished» by Gabriel Urrutia Galaz – Flickr. Licensed under CC BY-SA 2.0 via Wikimedia Commons.
Vía The Pioneers, Bee Heller
Fui a una charla de Jennifer Jacquet, autora de Is Shame Necessary, en el congreso RSA la semana pasada. Ella argumentó que avergonzar (o, mas específicamente, la amenaza del bochorno) puede (y debería) utilizarse como herramienta para modificar comportamientos. Ella apoyaba el uso de la vergüenza cuando el efecto de la conducta de una minoría tiene un impacto en la mayoría; por ejemplo, los políticos que continúan a resistirse a la legislación sobre el cambio climático. Su perspectiva era que cuando un problema es de naturaleza social -y cuando el impacto de la conducta de la gente afecta a otros también- abochornar a la minoría funciona mejor que honrar a la mayoría.
Pero, ¿acaso esto significa que los gerentes deberían utilizar la vergüenza en el lugar de trabajo para motivar a miembros de su equipo a cambiar su comportamiento?