Hace una semana, en North Charleston, Carolina del Sur, a Walter Scott lo detuvo el agente policial Michael Slager por tener rota una de las luces traseras de su automóvil. Luego de que Scott, afroamericano, intentara huir a pie, Slager (caucásico) le disparó 8 veces por la espalda; el policía procedió a esposar al hombre desarmado y fatalmente herido, alterar la escena del crimen (Slager fue despedido y acusado de homicio), mientras este yacía boca abajo. Jack Hitt (The New Yorker) describe la conexión entre estos hechos de brutalidad policial y los avances de Carolina del Sur para desligarse de un pasado sangriento y racista.
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